Cuando en 1944 fracasa en el Valle de Arán la gran operación conocida como “Reconquista de España”, protagonizada por soldados republicanos españoles que habían combatido contra los nazis en Francia, algunos de ellos llegaron hasta la sierra Ibérica para recomponer la resistencia contra el franquismo. La reunión de guerrilleros autóctonos y de los procedentes del exterior tomó forma en abril de 1946 con la constitución de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón cuyo eje de actuación se situó en el Maestrazgo.

A partir de entonces se llevaron a cabo las acciones de mayor impacto. En febrero de 1948 tuvo lugar en la cuesta de “Los Degollaos” entre Ejulve y Montoro, el asalto del autobús de línea que recorría el trayecto desde Alcorisa hasta Cantavieja, el célebre “Caimán”, que recorría THE SILENT ROUTE, produciéndose un tiroteo con la pareja de la Guardia Civil que, como todos los días, realizaba el recorrido mezclada entre los pasajeros.

EL asalto al “Caimán” fue el 17 de febrero de 1948. El coche de línea entre Alcorisa y Cantavieja, circulaba por la carretera de Villarluengo y a la altura del kilómetro 20, en una revuelta del Barranco de los Degollados, tuvo que detenerse al encontrarse con un pino cruzado en la vía que impedía su paso. La pareja de la Guardia Civil que escoltaba el auto intentó impedir el asalto de los maquis y, según explicó Juan Gascón a Antón Castro en 2005, “…a uno lo redujeron de inmediato y el otro logró escapar y se metió en una alcantarilla”.

Los maquis, desalojaron el coche de línea y procedieron a prenderle fuego. Mientras esto ocurría, apareció Antonio Pérez Escorihuela con su vehículo particular viéndose envuelto directamente en la refriega. Antonio era un hombre “afecto al régimen”, propietario de numerosas fincas y teniente de alcalde de Villarluengo e iba acompañado del practicante de la localidad, Antonio Conesa. Fue retenido por los asaltantes que se lo llevaron al monte donde le dispararon varios tiros dejándole abandonado pensando que estaba muerto, tras haberle dado el tiro de gracia. La situación en que se encontró este hombre fue muy dramática puesto que estaba gravemente herido, sin visión, al haberle saltado un ojo con aquel último disparo, y a la intemperie de la fría noche de invierno. Estuvo deambulando, desorientado, por el monte hasta que fue hallado por una patrulla que estaba siguiendo la pista de los “bandoleros” -término con el que el franquismo denominó a los maquis- cuyos miembros lo reconocieron y le llamaron a gritos por su nombre, identificándose también, al ver que Antonio Pérez intentaba huir, pensando que se trataba, de nuevo, de los guerrilleros. Así pudieron llevarlo al pueblo donde le realizaron las primeras curas de urgencias para ser trasladado posteriormente a Zaragoza, donde estuvo ingresado en un hospital durante un tiempo.

Salvó la vida y según cuenta Jesús Calvo, en uno de sus escritos, “…se jactaba de su suerte y poderío liándose cigarros con billetes de veinticinco pesetas”. No sabemos en estos momentos, si fue protagonista casual de lo sucedido al encontrarse con el asalto al “Caimán”, o si cayó en una emboscada organizada por los maquis para atentar contra él por su condición de fiel servidor del Régimen.

Esta línea sigue funcionando, todos los días de lunes a viernes, y la sigue realizando un autobús de la empresa Altaba, llamado todavía “El Caimán” en memoria de aquel viejo autobús.

Más información:
Juan Manuel Gascón en http://historiadeejulve.blogspot.com.es/2018/02/

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