Dicen que el secreto del viaje es el trayecto mismo, que la conquista importa poco, que a veces provoca decepción. Con Valloré no le va a ocurrir eso: la culminación es tan maravillosa como el tránsito. Todo allí es un concierto para los sentidos: el sonido del agua que se abre paso en el angosto estrecho, las paredes verticales queriendo alcanzar el cielo, el valle encajado que se guarda como un secreto. Todo ello produce unas sensaciones que desbocan el corazón y desatan la felicidad.

Antes de llegar a Montoro de Mezquita el Guadalope se abre paso entre los verticales estratos calizos por el lugar más estrecho y angosto de todo su recorrido. El pozo Valloré es un espectacular tajo de apenas tres metros de ancho y una longitud de casi 200 metros, abierto entre paredones que superan los 100 metros de alto. Tras este angosto espacio el valle se abre para ofrecer una estrecha pero fértil huerta, volviendo a encajarse en numerosas hoces y gargantas hasta el Embalse de Santolea.

La zona está incluida en las figuras de protección ZEPA “Río Guadalope – Maestrazgo” y LIC “Muelas y Estrechos del río Guadalope”.

Más información de la ruta.

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